Pues resulta ser que es la Feria de las Flores de San Ángel y yo anduve paseando por el Museo Soumaya y encontre la exposición temporal de Juan Soriano: Santo y Seña. Que según dicen es un “espacio lleno de color y vida como las flores”.
Total que había que caminar y seguir las instrucciones “Ahora busca un cuadro con unas flores amarillas dentro de una jaula…Escribe un cuento”.
Y el cuento dice…
Una vez se me apareció la muerte. La verdad me dio gusto. Es que entendí que si se me aparecía la muerte, es que yo tenía (tengo!) vida.
Todavía no sé si se me apareció caminando o si la encontré en mis sueños. Pero también soñar es estar vivo, ¿no?
Pasé días y días pensando en la muerte, que terminé temiendo. Al final me propuse vivir. (Así, como un firme compromiso).
Coincidió entonces que entre esos pensamientos me encontré deambulando en la casa de mi abuela.
Me encontré una jaula, en realidad parecía muerta, o sólo me lo pareció a mí. (Lo cierto es que ningún pájaro vivía en ella)
Pero el caso es que yo no quería verla muerta. Me acordé del Zinder, puse un vasito, un algodón y un frijolito.
Ahora, además de visitar a mi abuela debía regar el frijolito. Así en la jaula muerta creció un arbolito.
Y como la muerte andaba rondando… merodeando mi arbolito… en una de esas ¡Zaz! Que cierro la puerta.
Mi arbolito sigue creciendo, la muerte sigue encerrada, y yo sigo cada tres días visitando a mi abuelita… platicando de la vida y carcajeándome de la muerte.
A todo esto, el cuadro que había que encontrar se llama: La muerte enjaulada (1983). Busquen la pintura y escriban su cuento. (me gustaría leerlo)
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