Claro que he escrito sobre ti.
Hace poco y hace mucho. Sería fácil (muy) darse cuenta.
Cuando empezaba y no te sabía nada
Ahora, cuando sigo sin saberte mucho.
Cuando no te sé pero te quiero y te pienso a veces y te extraño otras.
Escribo de ti en mi cabeza cada que estas al lado
... y a veces pienso que hablo lo que pienso y me asusto... después hablo lo que no pienso y me asusto más.
Que me gustas es evidente, la forma en que me gustas, cambia cada día.
Que te quiero, ya lo sabes ¿O lo escribo también?
¿Cómo te quiero? No lo sé. Pero ¡No importa! Tu tampoco sabes si me quieres o cómo me quieres ¿O sí?
Si respondes. No mientas, te quiero así, sin mentiras. Con tu cabello de trigo, tus manos que acarician dulcemente... bruscamente ... apasionadamente, a veces.
A veces sueño que es por siempre... y me empalago.
O te empalagas tu en mi mente, y dejo de soñarte, porque es mejor vivirte a veces que soñarte siempre y tenerte nunca.
Siempre y nunca son cosas muy determinantes en una misma línea. Eso sonó muy intenso.
Intensos mejor que sean los besos de la noche, o de mañana ... o de ese día que te vea. Hasta entonces, te escribo.
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