Con ganas de sumergirme en los contratos, auditorías, consultas y cualquier otra cosa que surja en la oficina.
Con ganas de no tener cabeza para nada más.
Con ganas de no pensar en ti, ni en él, ni en nadie más.
Con ganas de ni pensar en mí para no pensar en ése que no está.
Con ganas de dormir y dormir y soñarlo tanto, que termine asqueada de él, así, luego despertar, y poder seguir sólo con ganas de vivir para mí y con ganas de estar sin él.
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