Hoy no me siento la luna de Sabines, hoy soy la luna de Borges.
No me llamen, no me busquen, hoy estoy así, alejada o, lejana. Distante, separada, fría, soberbia, melancólica.
Sí, radiante, pero no para tí.
Ahogada en mí, con plata en los ojos, brillo para todos. (Y para mí, ¿Quién?)
Brillo en lo alto, pero no salvo, ni consuelo, ni lleno, ni desintoxico.
Estoy, para verse, pero hoy ya nadie necesita la luna de Sabines, hoy nadie me requiere de amuleto, no encuentro quien salvar del ahogo o la asfixia, no hay a quien curarle el corazón, a quien estimular o a quien hipnotizar.
Hoy la luna, no es la primera luna, no hay Adán, espera... ¿Cómo te llamas? ¡Mucho gusto!
En el cielo te espero, para bajar a cuidarte, abrazarte, amarte, a dejar de ser de Borges ... y volver a ser la de Sabines.
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