Siento una necesidad abrumadora de escribir. Pasaron muchos días. Honestamente quería no plasmar nada porque pasan y pasan cosas y no tengo conclusiones, respuestas, soluciones.
Definitividad. A veces eso quisiera. Hasta ahora que lo escribí me surgió una duda al respecto. A los 25 años no puede uno esperar definitividad. ¿O sí?
Creo que debo pensar mejor las palabras. Lo que necesito es: a) comienzo y, b) movimiento.
Necesito un comienzo definitivo, o determinante al menos, esto de ir y venir de un lugar a otro, de despedidas que no son despedidas, de bienvenidas que tampoco son bienvenidas, los “hasta luego”, y “nos vemos” vienen y van incansablemente.
(Es que…Uno no da un abrazo de “adiós” igual que uno de “hasta luego”.)
Movimiento, quiero movimiento. La parte de calentar motores, o de cursos introductorios o de intentos … ya necesito que se vaya.
No quiero definitividad entonces, para tenerla, en todo caso, habría de morir mañana. No creo que sea la idea. Si así fuera ¿Para que tanto ensayo, práctica y entrenamiento?
¿Cómo se vive hoy sin esperar mañana? Yo quiero mañana, me quiero mañana, te quiero mañana, te odio mañana, nos vemos mañana, te necesito mañana. Hoy te llamo para preguntar: ¿Estarás mañana?
Del otro lado del teléfono. – No sé si estaré mañana –
Y yo me quedo pensando. – Si no sabemos de mañana, ¿Por qué hoy no me quieres total y absolutamente?
Es por ello entonces, que quiero y espero… Mañana.
(Me despido esta vez, un tanto molesta, porque quería escribir sobre mí, y terminé escribiendo sobre ti. Es que se me mezclan las ideas. Mañana, intentaré de nuevo)
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