El G3
Hace un par de días se reunió el G3, como uno de los miembros lo definió, y a mí me resultó perfecto.
Somos el G3, amigos, casi hermanos, tan iguales y tan diferentes. Tan incomprensibles, tan nosotros tres.
Intereses sobre la guerra, no, más bien sobre la paz, y por lo tanto, la atención a los conflictos internacionales (que aún no sé si era por no atender a los personales), las políticas exteriores y la economía mundial nos unieron intelectualmente.
Afecto desmedido e incondicional (que es una virtud entre nosotros y un mal cuando se lo damos a ajenos) nos unieron personalmente.
Pasaron muchos años desde que éramos jóvenes que lo podíamos todo. Tampoco es que seamos los más viejos. Pero 10 años cambiaron nuestro perfil. Eran días en que nos comíamos el mundo, amábamos de todo corazón, nos pegábamos una y otra vez … y teníamos tanta, pero tanta energía; que seguíamos sin parpadear un minuto.
Si un día pierdo la memoria (y toco madera que hay en el escritorio desde dónde escribo) ellos dos, podrían reconstruírmela. También si un día pierdo el corazón, podrían re armarlo. (¡Ups! ¡Eso es una actividad diaria!).
Hoy nos duele; en general todo; mucho más, pero creo que cada uno, a su manera estamos buscando cómo curarnos, solos.
Si embargo, al final del día, sus palabras: me regañan, me motivan, me entusiasman, me preocupan, me ubican. Es como que pudiera sacar mi voz de mi cabeza y ponerla en alguien más. Yo no sé si quien lea estas palabras tenga ésa suerte. Yo tengo el regalo de dos voces, que suenan a mí, sin estar en mi cabeza, (con la enorme ventaja de que suenan a mí en mis momentos sensatos).
Fue increíble encontrarnos en un lugar de recuerdos y hablar como si nos viéramos cada día de nuestras vidas. Será porque cada día están en mi corazón.
Por momentos la evaluación y recuento de daños no sale como quisiéramos, será que los sueños estaban altos, que recontamos pronto, que nos volvimos exigentes, o que simplemente no tuvimos tantas fuerzas. La verdad es que no lo sé.
Creo que ahora somos más precavidos, cautelosos, y ¡sí! También más miedosos. El miedo no sé si porque los riesgos son mayores, los pasos a tomar más importantes, o que simplemente lo calculamos mejor que cuando todavía no teníamos credencial de elector.
Es que estamos en unos días en que queremos ser adultos-serios-responsables y calcular antes de decidir, y también queremos ser jóvenes-divertidos-intrépidos; habremos de ser los dos, sólo estamos aprendiendo a saber cuándo cada cosa.
Mientras tanto, lo mejor de ustedes, de nosotros. Aquello por lo que estoy profunda y sinceramente enamorada de éstos, mis dos grandes amigos; es porque aún cuando el mundo, el desarrollo profesional, otros amigos y lo amores me pidan que sea yo, fuerte, entusiasta, atrevida, prudente y enérgica; al final del día y al principio también, cuando quiera no ser nada o nadie, sólo yo, o cuando quiera ser enfadosa, llorona, chiqueada, berrinchuda, temerosa, soñadora y frágil estarán ustedes, que me amarán porque saben que soy un conjunto interminable de adjetivos, de virtudes y defectos, que se van cada minuto mostrando en diferentes intensidades y formas, y todas… En serio. ¡Todas! Las entienden, aunque no las justifiquen.
Por darme consejo, lo tome o no, por confiar cuando yo les doy uno, lo acepten o no, por los miles de días en que digo que quiero estar sola, y eso significa que quiero estar con ustedes.
Por los días en que yo no confío en mí, pero confío en ustedes y ustedes en mí.
Siempre, Gracias.
Saturday, August 25, 2007
Friday, August 24, 2007
Definitividad, o no.
Siento una necesidad abrumadora de escribir. Pasaron muchos días. Honestamente quería no plasmar nada porque pasan y pasan cosas y no tengo conclusiones, respuestas, soluciones.
Definitividad. A veces eso quisiera. Hasta ahora que lo escribí me surgió una duda al respecto. A los 25 años no puede uno esperar definitividad. ¿O sí?
Creo que debo pensar mejor las palabras. Lo que necesito es: a) comienzo y, b) movimiento.
Necesito un comienzo definitivo, o determinante al menos, esto de ir y venir de un lugar a otro, de despedidas que no son despedidas, de bienvenidas que tampoco son bienvenidas, los “hasta luego”, y “nos vemos” vienen y van incansablemente.
(Es que…Uno no da un abrazo de “adiós” igual que uno de “hasta luego”.)
Movimiento, quiero movimiento. La parte de calentar motores, o de cursos introductorios o de intentos … ya necesito que se vaya.
No quiero definitividad entonces, para tenerla, en todo caso, habría de morir mañana. No creo que sea la idea. Si así fuera ¿Para que tanto ensayo, práctica y entrenamiento?
¿Cómo se vive hoy sin esperar mañana? Yo quiero mañana, me quiero mañana, te quiero mañana, te odio mañana, nos vemos mañana, te necesito mañana. Hoy te llamo para preguntar: ¿Estarás mañana?
Del otro lado del teléfono. – No sé si estaré mañana –
Y yo me quedo pensando. – Si no sabemos de mañana, ¿Por qué hoy no me quieres total y absolutamente?
Es por ello entonces, que quiero y espero… Mañana.
(Me despido esta vez, un tanto molesta, porque quería escribir sobre mí, y terminé escribiendo sobre ti. Es que se me mezclan las ideas. Mañana, intentaré de nuevo)
Definitividad. A veces eso quisiera. Hasta ahora que lo escribí me surgió una duda al respecto. A los 25 años no puede uno esperar definitividad. ¿O sí?
Creo que debo pensar mejor las palabras. Lo que necesito es: a) comienzo y, b) movimiento.
Necesito un comienzo definitivo, o determinante al menos, esto de ir y venir de un lugar a otro, de despedidas que no son despedidas, de bienvenidas que tampoco son bienvenidas, los “hasta luego”, y “nos vemos” vienen y van incansablemente.
(Es que…Uno no da un abrazo de “adiós” igual que uno de “hasta luego”.)
Movimiento, quiero movimiento. La parte de calentar motores, o de cursos introductorios o de intentos … ya necesito que se vaya.
No quiero definitividad entonces, para tenerla, en todo caso, habría de morir mañana. No creo que sea la idea. Si así fuera ¿Para que tanto ensayo, práctica y entrenamiento?
¿Cómo se vive hoy sin esperar mañana? Yo quiero mañana, me quiero mañana, te quiero mañana, te odio mañana, nos vemos mañana, te necesito mañana. Hoy te llamo para preguntar: ¿Estarás mañana?
Del otro lado del teléfono. – No sé si estaré mañana –
Y yo me quedo pensando. – Si no sabemos de mañana, ¿Por qué hoy no me quieres total y absolutamente?
Es por ello entonces, que quiero y espero… Mañana.
(Me despido esta vez, un tanto molesta, porque quería escribir sobre mí, y terminé escribiendo sobre ti. Es que se me mezclan las ideas. Mañana, intentaré de nuevo)
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