Te escribo sólo por saludar. Por sonreír. Por compartir.
Hoy tengo mil ganas de verte.
No me haces falta, pero me encantaría estar cerca.
Quiero acariciar tu pelo, sonreír con tus ojos y tal vez, recostarme cerca de tu hombro.
Este día pienso en ti y sonrío. Lo comparto porque hace días que no pensaba en ti, así, sin angustia, con gusto.
Con ilusión, sin esperanza porque no se espera, pero se quiere.
Desconozco tu tarde, tu espacio, tus horas, tus planes, tu idea.
Pero conozco tu tacto, tu temperatura, tu color y tu voz.
Desocúpate pronto. Si puedes, ven, te tengo algo. No es ni grande, ni chico, es algo de tamaño normal: un abrazo.
Te quiero desde siempre, de forma renovada.
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