Demasiadas palabras de anhelo

¿Se han fijado con cuanta frecuencia las palabras parecen estar enterrando algo?
Incluso, enterrando a alguien.

¡Cómo quisiera que escribir no fuera una parte interna mía de querer dejar vivo, o al menos permanente un recuerdo o un sentimiento!

Creo que eso anterior se lee confuso.

Lo que quiero decir es simplemente que: detesto escribir cuando tengo miedo de perder algo, cuando sé que se va a ir, o cuando simplemente me muero de ganas de tenerlo.

Para evitarme palabras, líneas y desgaste de letras, sólo resumiré que añoro escribir empapada de alegría, no de tristeza, ilusión, ni esperanza ... sino de alegría.

Tal vez deje de aparecer un poco por estos rumbos porque hoy me prometo que mis próximas líneas habrán de contagiar felicidad y no nostalgia.

Hasta entonces. Con cariño.

Alguien

Apareció, o tal vez decidí que apareciera, o ése Dios que yo quiero decidió que nos apareciéramos.

El caso es que (aún cuando ahí había estado), para mí, apareció.

Alguien. Un alguien que no conozco, pero sí sé quién es.

Es un alguien tan cercano, tan lejano, tan congruente con la vida, tan sin miedo de equivocarse.

Alguien tan consciente del fracaso y tan seguro del éxito.

Alguien tan encantador, tan misterioso, tan dulce y tan distante.

Alguien para no esperar nada y tenerlo todo.

Alguien para no buscarlo nunca y tenerlo siempre.

Alguien que me encuentra a mí, y en quién me encuentro yo.

Alguien para reír, hablar, soñar, compartir.

Alguien a veces, o cuando sea.

Alguien, tantos en uno.

Alguien en quien tiemblo, sueño y duermo.

Tú que eres ese alguien, y no me lees, pero lo sabes.

**Sea como sea, eres alguien en la vida, para conservar.